-¿Gente inocente? ¿Está de guasa, detective? Piense en la gente a la que he matado. Un obeso, un hombre repugnante que apenas se sostenía en pie de lo gordo que estaba. Si lo viera por la calle se lo señalaría a sus amigos para que todos juntos pudieran burlarse de él. Si lo viera durante la comida sería incapaz de acabarse el plato. Luego está el abogado. Y ustedes dos deben de haberme dado las gracias en su fuero interno por eso, detectives. Se trataba de un hombre que dedicaba su vida a ganar dinero mintiendo a diestro y siniestro para lograr que los violadores, los mafiosos y los asesinos siguieran en la calle.
- ¿Asesinos? -exclamó Mills-. Mira quién habla.
- Una mujer que... -prosiguió Doe sin hacerle caso.
- Quiere decir asesinos como usted, ¿no? -insistió Mills.
- Una mujer tan fea por dentro que se sentía incapaz de seguir viviendo si no podía seguir siendo hermosa por fuera -lo atajó Doe levantando la voz-. Un camello perezoso; un cabello perezoso y pederasta, para ser exactos. -Lanzó una risista desdeñosa-. Y no olvidemos a la puta que se dedicaba a extender enfermedades. Sólo en un mundo tan podrido como éste se atrevería a afirmar que eran personas inocentes. He aqui el quid de la cuestión -Añadió a gritos-.
Un pecado capital acecha en cada esquina en cada hogar. Y aun así lo toleramos. Todo el día,
♠Anthony Bruno
Seven (Los Siete Pecados Capitales)
diarios de John Doe
Cap. 24
Seven (Los Siete Pecados Capitales)
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