-En nombre del Espíritu Galáctico, de su profeta, Hari Seldon, y de sus intérpretes, los sagrados hombres de la Función, maldigo esta nave. Que los televisores de esta nave, que son sus ojos, queden ciegos. Que la garras, que son sus brazos, se paralice. Que los cohetes atómicos, que son sus puños, pierdan su fuerza. Que los motores, que son su corazón, dejen de latir. Que las comunicaciones, que son su voz, enmudezcan. Que su ventilación, que es su aliento, Cese. Que sus luces, que son su alma, se desvanezcan. En nombre del Espíritu Galáctico, Así maldigo a esta nave.
Y con su última palabra, al dar la medianoche, una mano a años luz de distancia en el templo Argólida, abrió un revelador de ultraondas que , a la velocidad instantánea de las ultraondas, abrió otro en el buque insignia Wienis.
¡Y la nave Murió!
Pues la principal característica de la religión de la ciencia es que actúa, y las maldiciones como las de Aporat son mortalmente reales.Isaac Asimov
"Trilogía de la Función" - Fundación
3º parte "Los Alcaldes"
pag. 148
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